domingo, 27 de enero de 2013

Esta noche pretendo olvidar

Entro en el club. Se escucha a Norah cantando mientras su compañero toca el piano. Esta noche está preciosa. Me acerco a la barra y le pido a John lo de siempre, Whisky seco con dos hielos. Le insisto que lo llene hasta arriba, esta noche pretendo olvidar.

No hay mucha gente en el local, un par de mesas ocupadas aquí, otras tantas allá. Hoy han mandado pronto a la mitad del personal, se ve que no esperan ambiente a estas horas. Mejor, esta noche pretendo olvidar. "John, otra."

En una vaga ilusión, miro hacia la escalera de la entrada, esperando que se abra y entre ella por la puerta. Aunque no se para qué coño lo hago, no ha vuelto ha pisar el Tucson desde nuestro último aniversario. Y por la huella que había dejado en mi dedo anular, esa huella que tardaría en desaparecer, dudo que lo hiciese. Mejor, esta noche pretendo olvidar.

Bajo una embriaguez que no sabría describir, miro a John preguntándole cuantas llevo. La bonita voz de Norah provoca que no le escuche lo más mínimo. Ni siquiera alcanzo a ver los dedos de la mano que levanta para indicármelo mejor. Le pido una última, pero me dice que ya he bebido demasiado. Pego un puñetazo sobre la mesa insistiendo, y a regañadientes me sirve otro Whisky. Me lo bebo de un trago, y la cabeza empieza a dar vueltas. Noto la gravedad bajo mi espalda hasta que un choque es seguido del contacto de mi cuerpo con el suelo del club. Oigo voces distorsionadas mientras sombras me rodean, pero no alcanzo a entender lo que dicen. Todo se vuelve oscuro, y en último acto de cordura, pienso si despertaré. Puede, o puede que no, aunque esta noche, sólo pretendo olvidar.


martes, 8 de enero de 2013

Como un trabajo se hizo polémica

Así daba título a un resumen en forma de trabajo sobre Ángeles y Demonios, de Dan Brown. Corría el ya lejano 2006, yo en 1º de Bachillerato, cuando nos mandaron hacer un trabajo sobre uno u otro libro de entre varios. Y como este lo tenía fresco, me puse con él. Eso sí, tenía que incluírse un apartado de "opinión personal", que volviendo a leer hoy, he acabado descubriendo que terminó siendo más una columna periodística de opinión más que un par de párrafos de opinión simple de un alumno de 17 años. En ocasiones, cuando quieres escribir, es bueno recordar lo escrito. De ese modo, y como hoy no estoy muy de buenas con mi buena amiga la inspiración literaria, aquí os dejo dicho artículo.



“La polémica no cesará nunca”. Y si no, que se lo digan a Dan Brown. A este autor, conocido por todo el mundo por escribir la polémica obra del siglo XXI, “El código Da Vinci”, parece que le interesa llamar la atención de la gente por encima de todo. Sobre todo, llamar la atención de la iglesia. En sus dos libros más conocidos (el código Da Vinci, y aquel que se describe en éste trabajo, Ángeles y demonios), parece que pretende que todos nos giremos hacia la iglesia, y que veamos sus respectivos lados, tanto el positivo como el negativo.

Como todos sabemos, este libro no es más que un relato de ficción, pero todo aquel que se lo ha leído, se debe parar a pensar en algo: ¿realmente las conspiraciones de tal magnitud podrían existir hoy en día? ¿Tanta maldad y destrucción hay en el mundo para provocar semejantes situaciones, que aunque ficticias, parecen muy reales? La respuesta no la encontraremos en ninguna enciclopedia, ni en ningún libro de texto o artículo de opinión. La respuesta, simple y únicamente, no existe. Solo debemos tener esperanzas en que tales cosas no sucedan nunca.

A pesar de que la novela acaba de un modo feliz (si lo podemos llamar así), los acontecimientos que van sucediéndose nos gritan la horrible verdad de la humanidad: vivimos en un mundo en que la violencia y el terror son factores indispensables y atrayentes hacia nosotros. Y no es solamente ahora. Desde el principio de los tiempos hemos convivido con la maldad. Los creyentes de alguna religión nos indican que el camino de la maldad no se ha de seguir porque nos lleva al pecado, pero hay que ser sinceros: todos somos pecadores. La religión, aparte de ser algo que nos ayuda a despertar de nuestro mundo malvado, es un camino, un sendero, una guía hacia la luz, la bondad, la compasión. Nunca pienso que nadie haya llegado hasta el final de ese camino, pero el seguir intentando seguirlo, nos da fuerzas para afrontar la realidad. Hoy en día, a ese sentimiento, tanto nosotros como millones de personas, lo conocemos por una palabra: fe.

Todos tenemos fe en algo, ya sea bueno o malévolo, sincero o engañoso, real o irreal… Pero esa fe es lo que nos empuja a seguir adelante. Nunca debemos perderla. La fe da sentido a nuestra vida. La mayoría de personas creen que la fe solo puede manifestarse adorando a Dios, Yahvé, Buda, o cualquier otro icono religioso, pero no es así. La fe se manifiesta en múltiples situaciones. La más común, de la que ninguno nos percatamos, es la fe en nosotros mismos.

Como conclusión final, me gustaría añadir que el libro, a pesar de lo que puedo o no decir sobre unos temas u otros, es bastante entretenido en interesante. Lo recomendaría como un libro sobre el que apoyarse cuando a uno le apetezca leer unas páginas de intriga y misterio. También quisiera decir que siento la debida falta de información en este resumen, pero el libro es tan extenso, y contiene tantos datos a tener en cuenta, que un resumen hecho y derecho, tendría una vida de muchas hojas.



Y aquí termino la entrada de hoy, junto a uno de mis pasajes favoritos de la novela. Si no la habéis leído, espero que os haya enganchado para hacerlo.



“Desde la tumba terrenal de San,
en el agujero del demonio.
Cruzando Roma esos místicos
cuatro elementos se revelan.
La senda de la luz, secreta prueba.
Que ángeles guíen tu búsqueda.”