jueves, 24 de octubre de 2013

Las estrellas se alinean

Hace más o menos un mes que todo estaba nublado. No se sabía bien que iba a pasar, hacia donde giraría la rueda del destino: estabilidad en el trabajo, viajes imposibles, lamentos internos por culpa de los amoríos del destino...

Sin embargo, todo empezó a cambiar la gran noche del 21 de septiembre. Todo cambió esa noche donde el mundo empezó a sonreír. Y como dijo un buen amigo (y no paro de repetir desde entonces), me ayudó mucho ponerme el anillo de kryptonita roja y espabilar de una vez.

Desde entonces, muchas cosas han pasado. He vivido a tope aventuras por toda la península que me han hecho sonreír cada vez más y olvidarme de toda preocupación; he conseguido quitarme de la mente a ciertas personas que no hacían más que demorarme el sueño sobre qué hacer, o qué decirles para que un viejo sueño se hiciese realidad; he conseguido dejar de fustigarme en el trabajo por problemas ajenos; y ante todo, se ha abierto un nuevo horizonte en la vida deseado y esperado, pero a la par inesperado y repentino.

Todo sonríe, los astros se alinean, las cabras croan y las ranan baalan. Qué le vamos a hacer, será el destino. Nos abre el camino hacia una nueva aventura de la vida, esa que se presenta tan desconocida que merece denominarse reto de superación personal.

Clark deja Smallville. Nos vamos a Metrópolis. Solo queda ver si será un ciudadano más, o esa figura que cruza el cielo más rápido que un rayo. Señoras y señores, ha sido un placer. Nos vemos en el próximo ejemplar. Mientras tanto, pueden seguir las aventuras del explorador en tierras desconocidas a través de la línea editorial londinense.

Elemental, queridos lectores.