sábado, 4 de octubre de 2014

La flor azul

Como una voz desde mis adentros parece salir afuera y decir "estás aquí", sabiendo sola y únicamente que los ángeles bajan a la tierra en selectos momentos de la existencia humana. Los poderes solo controlados por los personajes de ficción en novelas fantásticas y tebeos increíbles son los deseados en este momento: detener el tiempo para que no acabe el momento, provoca rayos de sol entrando directamente por la ventana tras una lluvia intensa para que el arcoiris construya un camino de luces y magia, invoca a los elementos para poder construir un monumento a la belleza...

Miles son las teorías que se podrían invocar o predecir sobre dichas sensaciones. Sin embargo, llega el amanecer. Solo te inunda la sensación de poder estar acostado abrazando una rosa eterna. Y no se marchita, es una rosa mágica, pero al contrario que la del cuento de La Bella y la Bestia, esta no corre peligro alguno por tocarla. Pero llega el momento en el que la rosa empieza a perder su color, su brillo, su luz. No es algo permanente, solo temporal. El viajero lo sabe, pero no puede evitar entristecerse. Ha visto la belleza más allá del simple término de la palabra, y le lastima pensar que no puede verla en su auge inmortal.

Como una vampiresa al llegar el día, debe despedirse y dejarla volar a su castillo de las montañas. La sensación producida solo es comparable con la muerte. Mas no es el fin. Tras la muerte, el fénix volverá a dar la vida cuando menos lo espere. El viajero ya cuenta con ello, sin embargo no puede evitar sentir la sensación de que se le escapa cierto aire entre los pulmones, parte de su sangre evaporada, una parte de su alma. Todo regresa, y solo sabe decirse a sí mismo "vale la pena", y a su amazona partiendo a lomos de su montura "si me voy, no habrá nadie que espere tu regreso. Aquí estaré".

Ese sentimiento de que todo se va. Ese cosquilleo en la nariz. Ese pequeño dolor en los ojos que empiezan a humedecerse, hasta que al final no te queda nada más que la cara llena de lagrimas. Aunque al final sonríes sabiendo que será inolvidable, y que quizá un día vuelvas.

...algún día...


"Hay una rara flor azul que crece en las montañas celeste. Coja una de esas flores. Si consigue llevarla hasta la cima de la montaña, tal vez encuentre lo que ha estado buscando desde el principio."