Hacía tiempo que no me pasaba por aquí a expresarme a vuelapluma, quizá pierda facultades, o que la musa de la escritura se ha ido a inspirar a mentes más brillantes y con más tiempo que yo. Pero de esta no te escapas, oh, no, claro que no.
Y es que nadie te prepara para todo lo que viene cuando te conviertes en padre. Son muchos padres primerizos los que he ido conociendo en estos dos últimos años, y cada uno lo enfoca de manera distinta, su día a día me refiero. Pero es que nadie te cuenta lo que está por venir, todo lo que sufres, lo que experimentas, lo que sientes, en resumen, lo que vives cada día. Pero eso será, supongo yo, porque nadie es igual a otro, todos lo afrontamos de forma diferente.
Justo anoche me ponía a intentar desconectar cenando con mi mujer viendo una película que, tiempo atrás, la hubiésemos visto sin parar de reír a cada rato. Y sin embargo, llega la típica escena de emoción padre hijo, y me da un vuelco al corazón. O esta mañana, viendo una serie procedimental de casos policiales. Algo normal, sin nada diferente que haya visto los últimos 20 años. Pues aparece un caso de madres inmigrantes que trabajan en negro y hacen lo que sea por sobrevivir por poder traer después a sus hijos a un lugar mejor, y se me hace un nudo en el estómago solo de pensar en que haría en mi situación con mi hija.
Me dirías que si fuese mujer, sería cosa de "esos días del mes". Pero como los hombres no tenemos de eso, ¿a qué podemos achacar estas cosas? El sentimiento cuando ves por la calle o en el supermercado a familias con sus hijos tan felices y no puedes más que sonreír pensando en el momento que te tocará esa misma etapa cuando tu retoña crezca. Las preocupaciones constantes para que no falte de nada en casa, y que antes solo podían asemejarse a que si tenías lo suficiente para ese viaje de varios días a la capital para irte de fiesta con los amigos. Ver a tus padres o tus suegros jugar con tu pequeña, y pensar en como estuvieron ellos en su época con tu misma situación actual. Llegar a hacer cosas que nunca imaginaste, como ir al psicólogo por todo lo que vives, o pensar que tu locura acabará contigo en cualquier momento.
Nadie te avisa de todas estas cosas, son miles y miles de preguntas, de dudas, de inquietudes, que no dejan de rondar la mente. Es en momentos así cuando todo se resume con una sola frase, como cuando redondeas un número con decimales para que no se haga tan complejo: "lo entenderás cuando te hagas mayor, cuando te toque a ti". Y vaya si lo entiendo, en menudo juego de alto nivel me he metido sin saberlo bien.
Eh, pero que no lo cambio por nada. Esto lo vale. Ella lo vale.