jueves, 10 de noviembre de 2011

Sin frenos, sin límites


Vivimos en un mundo sin frenos, donde cada día es un viaje en un coche de carreras. Nos levantamos de la cama y no dejamos de correr: correr al trabajo, correr a clase, correr a la quedada con los amigos, correr a descansar. Correr, siempre correr. Parece que solo haya dos posibles finales, el día que se nos pare el motor, o el día que nos estrellemos.

Es un estrés continuado, donde no sabemos cuando ni donde parar. Más que no saberlo, es que nos hemos olvidado. El día que empiezan nuestras vacaciones, disfrutamos sin hacer nada. Pero el segundo día, ya descubrimos que nos falta algo, una rutina, algo que hacer de forma continua. Nos hemos acostumbrado a tener rutinas que nos hacen correr de un lado a otro, que nos hemos olvidado de lo más importante: nosotros mismos y los que nos rodean.

En alguna ocasión, es bueno pararse y observar a tu alrededor. Por ahí pasa una chica que parece estresada, en cambio en esos columpios juegan dos niños sin preocupaciones por la vida. Por su bien, espero que esas preocupaciones tarden en llegar. Es en ese momento cuando te percatas de todo lo que has dejado atrás. Vivir el momento sin preocuparte por lo que pasará después, lanzarte por un tobogán sin saber si te estrellarás al llegar abajo, jugar hasta tarde sin pensar en lo cansado y sucio que llegarás a casa.

Y entonces miras al cielo. Aprecias las ligeras gotas de lluvia que caen bajo el cielo lleno de nubes grises. Te paras y dejas que recorran tu cara, como una caricia de alguien amado. Notas como su efecto restaurador es más alto que la temperatura del agua que cae. Una sensación única, pero que muchos dejan de apreciar por una razón, toda la prisa que llevan en sus vidas.

Carpe Diem, disfruta cada momento como si fuera el último. Vive apreciando esos pequeños detalles que día a día forman parte de nuestra vida, pero que de una forma a otra, no nos paramos a apreciar. Párate a observar a tu alrededor la forma de vida de tus semejantes para aprender de ellos, nunca procurando compararte a ellos, pero sí apreciar las cosas buenas y malas del ser humano, para solo así, mejorar tu vida, y la de los que te rodean. Solo de ti depende decidir cuál será tu prioridad.

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