martes, 22 de noviembre de 2011

Mi nombre es Khan, o como contar una historia de superación - 4.5 / 5 estrellas


Toda obra tiene su propósito, su mensaje, su significado. Mi nombre es Khan es algo más, recuerda a una de esas fábulas que nos contaban cuando éramos pequeños, de esas con varias partes, y que al final tenían un objetivo, una lección de la que aprender. Pero en este film, el propósito de todo ello es algo mucho más grande.

Si empezamos por las partes, muchos dividirían en tres actos cualquier obra propiamente dicha, de cualquier ámbito audiovisual. Pues bien, en este caso se distingue incluso más de tres. Algo poco usual en una película, pero no imposible. Primer acto, se levanta el telón, y nos encontramos con la presentación de alguien que quiere hablar con el presidente, solo para decirle que no es un terrorista. Pero, ¿por qué? Para conocer la respuesta a esta pregunta debemos remontarnos al origen de Khan, a sus comienzos y sus enseñanzas por parte de su madre y su profesor. También, como no, de sus diferencias que le separaban con su hermano por su autismo. Pero el hecho de tener esa enfermedad, no implicaba que fuera tonto (como bien dice), sino que le da la opción de pensar y asimilar cosas que a los demás ni siquiera se les pasaría.

Acto 2, la búsqueda del sentido de la vida, la búsqueda del amor. Quien le iba a decir que una peluquera divorciada con un hijo podrían ser la meta de esa búsqueda. Bien es cierto que muchos no lo aprobaban, pero para nuestro personaje, esas fronteras no existen. Solo hay algo que diferencie a las personas, y esta en nuestra bondad, o nuestra maldad.

Acto 3, el sufrimiento. La pérdida de un ser querido siempre es difícil, un marido, un hijo… En cierto modo, cualquier tipo de pérdida, bien sea permanente y sin poder predecirla, o bien sea intencionada y con constancia de nuestros actos. Pero cuando no puedes sentir el sufrimiento, o ni siquiera conocer su significado, es complicado saber si tu dolor es mayor que la que está a tu lado pidiéndote el Santo Grial (en sentido figurado, claro).

Acto 4, el compromiso. Si estás dispuesto a luchar por lo que amas, puede llevarte a hacer lo que sea. En este caso, volvemos a la situación que se nos presentaba al principio, la aclaración a una persona a la que escucha todo un país de que el color de la piel, o su religión, no le hace identificarse con lo que hicieron unos pocos, provocando el mal ver de esa cultura a toda una nación. Esa búsqueda prosigue, a pesar de sus baches en el camino, pero siempre con la mano amiga de quien está dispuesto a razonar sobre sus ideales, sus prejuicios y su mal ver al resto de las culturas.

Acto 5, el fin de la meta. Todo se consigue, todo se puede lograr. Volviendo al ejemplo anterior, hasta el Santo Grial puede lograrse, y se demuestra del modo más humano posible.

Este no es un film sobre un personaje que busca una meta a seguir, tampoco trata sobre las diferencias que marcan diversas culturas. Habla sobre el espíritu humano, sobre como dentro de todos nosotros existe una mínima bondad que nos permite aceptar lo que tenemos delante, sea lo que sea, o venga de donde venga. Son sencillamente los prejuicios inculcados por uno u otro medio, o el actuar de modo acorde a la forma de ser de los que tenemos alrededor lo que nos inculca a no sacar a relucir toda la humanidad, bondad, amor y esperanza que tenemos dentro encerrado, y que nos cuesta encontrar la llave para sacarlo.

La población de todo el mundo, durante siglos, ha vivido con esos factores en contra, acordándose muy escasamente de que guardamos un pequeño tesoro dentro de nosotros que nos permite disfrutar con las pequeñas cosas que nos rodean, con el sentimiento de tener una familia a la que querer hasta con los que no comparten nuestras líneas directas de sangre, la humanidad de ayudar a quien tengamos delante, solo por el hecho de hacer el bien, o la bondad para intentar comprender los actos de los demás, esperando que se procure realizar un bien con ellos.

Si nos paramos a analizar detalles más técnicos de la película, podríamos comentar lo habitual. Es una cinta larga (dos horas y media de duración aproximadamente), con lo que las labores de interpretación, producción y realización han sido toda una proeza, por no hablar del equipo de montaje que tuvo que tardar lo suyo para poder adecuar y montar todo. Una estupenda banda sonora, y un gran equipo, tanto artístico como técnico, con pocas caras conocidas. Algún que otro plano complicado el cual apreciar su belleza, y sobre todo, una gran investigación de culturas, fiestas religiosas, saludos, idiomas, y muchas cosas mas relacionadas con todos los escenarios.

Pero es entonces cuando volvemos al punto del mensaje. De estos films hay pocos, es decir, de los que no exista un mensaje universal para todo el que la vea, sino algo más. Cada persona que vea la película, llegará a apreciar algo distinto en su meta del significado hacia el espectador, unos podrán ver el propósito de aceptar a cualquiera, venga de donde venga o crea en lo que crea, otros verán el significado del amor o de una familia, y otros incluso solo llegarán a apreciar una película larga.

De un modo u otro, solo espero que si estás leyendo esto, comprendas que Mi nombre es Maverick, y no soy un terrorista.


Nota: 4’5 estrellas sobre 5

No hay comentarios:

Publicar un comentario